Pieza de madera que se ajustaba, por su parte interior, generalmente curvada, a la cabeza o a la nuca de una pareja de bueyes para uncirlos a un carruaje o a un arado (Nm. 19:2). En heb. y gr. el término «yugo» designaba con frecuencia a un par de animales así unidos (1 R. 19:19, cast. «yuntas»).

Se emplea como símbolo de servidumbre y esclavitud (Jer. 28:2-14; 1 Ti. 6:1), y también de la pesada servidumbre de hallarse bajo la ley (Hch. 15:10; Gá. 5:1). El Señor Jesús invita al creyente a tomar sobre sí Su yugo, y a aprender de Él; esto es, a abandonar su propia voluntad, a someterse a la voluntad de Dios, contentándose con un puesto de humildad; así será cómo hallará descanso para su alma. Su yugo es fácil, y Su carga ligera (Mt. 11:29, 30).

 


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