• Eclesiastés 10:11

    Si la serpiente muerde antes de ser encantada, de nada sirve el encantador.

  • Eclesiastés 10:12

    Las palabras de la boca del sabio son agradables, pero los labios del necio causan su propia ruina.

  • Eclesiastés 10:13

    El comienzo de las palabras de su boca es necedad, y el final de su hablar es locura nociva.

  • Eclesiastés 10:14

    El insensato multiplica las palabras, aunque el hombre no sabe lo que ha de suceder. Y lo que habrá de ser después de él, ¿quién se lo declarará?

  • Eclesiastés 10:15

    El duro trabajo fatiga al necio, de manera que él ni siquiera sabe cómo ir a la ciudad.

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