Explicación, estudio y comentario bíblico de Eclesiastés 3:10-21 verso por verso
He considerado la tarea que Dios ha dado a los hijos del hombre para que se ocupen en ella.
Todo lo hizo hermoso en su tiempo; también ha puesto eternidad en el corazón de ellos, de modo que el hombre no alcanza a comprender la obra que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin.
Yo sé que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse y pasarlo bien en su vida.
Y también, que es un don de Dios que todo hombre coma y beba y goce del fruto de todo su duro trabajo.
Sé que todo lo que Dios hace permanecerá para siempre. Sobre ello no hay que añadir ni de ello hay que disminuir. Así lo ha hecho Dios para que los hombres teman delante de él.
Aquello que fue ya es, y lo que ha de ser ya fue. Dios recupera lo que ya pasó.
Además, he visto debajo del sol que en el lugar del derecho allí está la impiedad, y que en el lugar de la justicia allí está la impiedad.
Y yo dije en mi corazón: “Tanto al justo como al impío los juzgará Dios, porque hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace”.
Yo dije en mi corazón, con respecto a los hijos del hombre, que Dios los ha probado para que vean que ellos de por sí son animales.
Porque lo que ocurre con los hijos del hombre y lo que ocurre con los animales es lo mismo: Como es la muerte de estos, así es la muerte de aquellos. Todos tienen un mismo aliento; el hombre no tiene ventaja sobre los animales porque todo es vanidad.
Todo va al mismo lugar; todo es hecho del polvo y todo volverá al mismo polvo.
¿Quién sabe si el espíritu del hombre sube arriba, y si el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?