• Eclesiastés 4:1

    Yo me volví y vi todos los actos de opresión que se cometen debajo del sol: He allí las lágrimas de los oprimidos que no tienen quien los consuele. El poder está de parte de sus opresores y no tienen quien los consuele.

  • Eclesiastés 4:2

    Entonces yo elogié a los difuntos, los que ya habían muerto, más que a los vivos, los que hasta ahora viven.

  • Eclesiastés 4:3

    Pero consideré que mejor que ambos es el que aún no ha nacido, que no ha visto las malas obras que se hacen debajo del sol.

  • Eclesiastés 4:4

    Asimismo, yo he visto que todo trabajo y toda obra excelente son resultado de la rivalidad del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.

  • Eclesiastés 4:5

    El necio se cruza de brazos y come su misma carne.

  • Eclesiastés 4:6

    Mejor es una mano llena de sosiego que ambos puños llenos de duro trabajo y de aflicción de espíritu.

  • Eclesiastés 4:7

    Otra vez me volví y vi esta vanidad debajo del sol:

  • Eclesiastés 4:8

    Se da el caso de un hombre solo y sin sucesor que no tiene ni hijo ni hermano; pero no cesa de todo su duro trabajo ni sus ojos se sacian de riquezas ni se pregunta: “¿Para quién me afano yo privando a mi alma del bienestar?”. También esto es vanidad y penosa tarea.

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