Explicación, estudio y comentario bíblico de Eclesiastés 5:4-21 verso por verso
Cuando hagas un voto a Dios no tardes en cumplirlo; porque él no se complace en los necios. Cumple lo que prometes.
Mejor es que no prometas, a que prometas y no cumplas.
No dejes que tu boca te haga pecar ni digas delante del mensajero que fue un error. ¿Por qué habrá de airarse Dios a causa de tu voz y destruir la obra de tus manos?
Porque cuando hay muchos sueños, también hay vanidades y muchas palabras. Pero tú, teme a Dios.
Si observas en una provincia la opresión de los pobres y la privación del derecho y la justicia, no te asombres por ello. Porque al alto lo vigila uno más alto, y hay alguien aun más alto que ellos.
Pero en todo es provechoso para un país que el rey esté al servicio del campo.
El que ama el dinero no quedará satisfecho con dinero, y el que ama las riquezas no tendrá beneficio. También esto es vanidad.
Cuando los bienes aumentan, también aumentan los que los consumen. ¿Qué provecho, pues, tendrán sus dueños aparte de verlos con sus ojos?
Dulce es el sueño del trabajador, haya comido poco o haya comido mucho; pero al rico no lo deja dormir la abundancia.
Hay un grave mal que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por su dueño, para su propio mal;
o aquellas riquezas que se pierden en un mal negocio. Y al engendrar un hijo nada le queda en la mano.
Como salió del vientre de su madre, desnudo, así volverá; tal como vino se irá. Nada de su duro trabajo llevará en su mano cuando se vaya.
Este también es un grave mal: que de la misma manera que vino, así vuelva. ¿Y de qué le aprovecha afanarse para el viento?
Además, consume todos los días de su vida en tinieblas con mucha frustración, enfermedad y resentimiento.
He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo agradable es comer y beber, y tomar satisfacción en todo el duro trabajo con que se afana debajo del sol, durante los contados días de la vida que Dios le ha dado; porque esta es su porción.
Asimismo, el que Dios le dé a un hombre riquezas y posesiones, permitiéndole también comer de ellas, tomar su porción y gozarse de su duro trabajo, esto es un don de Dios.
Ciertamente no se acordará mucho de los días de su vida, ya que Dios lo mantiene ocupado con la alegría de su corazón.