Explicación, estudio y comentario bíblico de Efesios 3:2-49 verso por verso
Sin duda han oído de la administración de la gracia de Dios que me ha sido conferida en el beneficio de ustedes.
Por revelación me fue dado a conocer este misterio, como antes lo he escrito brevemente.
Por tanto, leyéndolo, podrán entender cuál es mi comprensión en el misterio de Cristo.
En otras generaciones no se dio a conocer este misterio a los hijos de los hombres, como ha sido revelado ahora a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu,
a saber: que en Cristo Jesús los gentiles son coherederos, incorporados en el mismo cuerpo y copartícipes de la promesa por medio del evangelio.
De este llegué a ser ministro, conforme a la dádiva de la gracia de Dios que me ha sido conferida, según la acción de su poder.
A mí, que soy menos que el menor de todos los santos, me ha sido conferida esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo
y para aclarar a todos cuál es la administración del misterio que desde la eternidad había estado escondido en Dios, quien creó todas las cosas.
Todo esto es para que ahora sea dada a conocer, por medio de la iglesia, la multiforme sabiduría de Dios a los principados y las autoridades en los lugares celestiales
conforme al propósito eterno que realizó en Cristo Jesús, nuestro Señor.
En él tenemos libertad y acceso a Dios con confianza por medio de la fe en él.
Por tanto, les pido que no se desanimen por mis tribulaciones a favor de ustedes, pues ellas son la gloria de ustedes.
Por esta razón doblo mis rodillas ante el Padre,
de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,
a fin de que, conforme a las riquezas de su gloria, les conceda ser fortalecidos con poder por su Espíritu en el hombre interior
para que Cristo habite en sus corazones por medio de la fe de modo que, siendo arraigados y fundamentados en amor,
ustedes sean plenamente capaces de comprender, junto con todos los santos, cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad,
y de conocer el amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento para que así sean llenos de toda la plenitud de Dios.
Y a aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos, según el poder que actúa en nosotros,
a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús, por todas las generaciones de todas las edades, para siempre. Amén.