Explicación, estudio y comentario bíblico de Esdras 4:11-24 verso por verso
Esta es la copia de la carta que le enviaron: Al rey Artajerjes, de tus siervos, la gente de Más Allá del Río. Ahora,
sepa el rey que los judíos que han venido de ti a nosotros han llegado a Jerusalén y están reedificando la ciudad rebelde y perversa. Están restaurando los muros y reparando los cimientos.
Sepa ahora el rey que si esa ciudad es reedificada y los muros son restaurados, ellos no pagarán tributos ni impuestos ni rentas, y el tesoro real será perjudicado.
Y puesto que somos mantenidos por el palacio, no nos parece correcto ver la deshonra del rey. Por eso hemos enviado para hacerlo saber al rey,
a fin de que se investigue en el libro de las memorias de tus padres. Hallarás en el libro de las memorias y sabrás que esa ciudad es una ciudad rebelde y perjudicial a los reyes y a las provincias, y que desde tiempos antiguos han surgido en ella sediciones; por lo que esa ciudad fue destruida.
Nosotros hacemos saber al rey que si esa ciudad es reedificada y los muros son restaurados, entonces la región de Más Allá del Río no será tuya.
El rey envió esta respuesta: Al comandante Rejum, al escriba Simsai y a sus demás compañeros que habitan en Samaria y en el resto de los lugares de Más Allá del Río: Paz. Ahora,
el documento que nos enviaron fue leído claramente en mi presencia.
También he dado órdenes, y se ha investigado y encontrado que esa ciudad desde tiempos antiguos se levanta contra los reyes, que en ella se fomenta la rebelión y la sedición,
que en Jerusalén hubo reyes fuertes que dominaban toda la región de Más Allá del Río y que se les pagaban tributos, impuestos y rentas.
Ahora pues, den órdenes para que cesen esos hombres y que no sea reedificada esa ciudad hasta que yo lo ordene.
Tengan cuidado de no actuar con negligencia al respecto. ¿Por qué se ha de incrementar el daño en perjuicio de los reyes?
Cuando la copia del documento del rey Artajerjes fue leída delante de Rejum, del escriba Simsai y de sus compañeros, fueron apresuradamente a Jerusalén, a los judíos y con poder y fuerza los hicieron cesar.
Entonces cesó la obra de la casa de Dios que estaba en Jerusalén. Y cesó hasta el segundo año del reinado de Darío, rey de Persia.