Explicación, estudio y comentario bíblico de Esdras 7:1-18 verso por verso
Pasadas estas cosas, en el reinado de Artajerjes, rey de Persia, Esdras — hijo de Seraías, hijo de Azarías, hijo de Hilquías,
hijo de Salum, hijo de Sadoc, hijo de Ajitob,
hijo de Amarías, hijo de Azarías, hijo de Merayot,
hijo de Zeraías, hijo de Uzi, hijo de Buqui,
hijo de Abisúa, hijo de Fineas, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, el primer sacerdote — ,
este Esdras, quien era escriba versado en la ley de Moisés que el SEÑOR Dios había dado, subió de Babilonia. El rey le concedió todo lo que pidió, pues la mano del SEÑOR su Dios estaba con él.
En el séptimo año del rey Artajerjes, también subieron a Jerusalén algunos de los hijos de Israel y algunos de los sacerdotes, levitas, cantores, porteros y servidores del templo.
Llegó a Jerusalén en el mes quinto del séptimo año del rey.
El primer día del mes primero había iniciado el viaje de retorno de Babilonia, y el primer día del mes quinto llegó a Jerusalén, pues la bondadosa mano de su Dios estaba con él.
Porque Esdras había preparado su corazón para escudriñar la ley del SEÑOR y para cumplirla, a fin de enseñar a Israel los estatutos y los decretos.
Esta es la copia del documento que el rey Artajerjes dio al sacerdote y escriba Esdras, escriba versado en los asuntos de los mandamientos del SEÑOR y en sus estatutos para Israel:
he dado órdenes que cualquiera que en mi reino pertenezca al pueblo de Israel, a sus sacerdotes y a sus levitas, y que quiera ir contigo a Jerusalén, que vaya.
Porque eres enviado de parte del rey y de sus siete consejeros para inspeccionar Judá y Jerusalén, conforme a la ley de tu Dios, que está en tus manos,
y para llevar la plata y el oro que el rey y sus consejeros presentan como ofrenda voluntaria al Dios de Israel, cuya morada está en Jerusalén.
Y asimismo, llevarás toda la plata y el oro que consigas en toda la provincia de Babilonia, con las ofrendas voluntarias del pueblo y de los sacerdotes que voluntariamente ofrezcan para la casa de su Dios que está en Jerusalén.
Por consiguiente, con este dinero comprarás con diligencia toros, carneros, corderos, con sus ofrendas vegetales y sus libaciones, y los ofrecerás sobre el altar de la casa del Dios de ustedes que está en Jerusalén.
Con el resto de la plata y del oro, hagan lo que tú y tus hermanos crean conveniente hacer, conforme a la voluntad del Dios de ustedes.