Explicación, estudio y comentario bíblico de Ester 3:6-15 verso por verso
Pero tuvo como poca cosa echar mano solo sobre Mardoqueo, pues ya le habían informado cuál era el pueblo de Mardoqueo. Amán procuró destruir a todos los judíos, el pueblo de Mardoqueo, que estaban por todo el reino de Asuero.
En el mes primero, que es el mes de Nisán, del año doce del rey Asuero, fue realizado delante de Amán un pur, es decir, un sorteo, para elegir un día y un mes. Y salió el mes duodécimo que es el mes de Adar.
Luego Amán dijo al rey Asuero: — Hay un pueblo disperso y separado entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, cuyas leyes son diferentes de las de cualquier pueblo. Ellos no observan las leyes del rey y el rey no tiene ventaja en dejarlos vivir.
Si al rey le parece bien, que se decrete por escrito que se los destruya, y yo pesaré en manos de los administradores de las obras públicas trescientos treinta mil kilos de plata, que serán traídos a los tesoros del rey.
Entonces el rey se quitó el anillo de su mano y se lo dio a Amán hijo de Hamedata, el agageo, enemigo de los judíos.
Y el rey dijo a Amán: — La plata sea para ti y también el pueblo, para que hagas con él lo que te parezca bien.
Entonces fueron llamados los escribas del rey el día trece del mes primero, y conforme a todo lo que mandó Amán se escribió a los sátrapas del rey, a los gobernadores de cada provincia y a los magistrados de cada pueblo. A cada provincia se escribió según su escritura y a cada pueblo en su idioma. Se escribió en nombre del rey Asuero y se selló con el anillo real.
Y las cartas fueron enviadas por medio de mensajeros a todas las provincias del rey, para destruir, matar y exterminar a todos los judíos, desde los jóvenes hasta los ancianos, los niños y las mujeres, en un solo día, el trece del mes duodécimo que es el mes de Adar, y para tomar botín de ellos.
Una copia del documento debía ser promulgada como ley en cada provincia y debía ser proclamada a todos los pueblos, a fin de que estuvieran preparados para aquel día.
Los mensajeros salieron de prisa por mandato del rey. El decreto fue promulgado en Susa, la capital. Luego el rey y Amán se sentaron a beber, pero la ciudad de Susa estaba consternada.