Explicación, estudio y comentario bíblico de Ester 3:8-17 verso por verso
Luego Amán dijo al rey Asuero: — Hay un pueblo disperso y separado entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, cuyas leyes son diferentes de las de cualquier pueblo. Ellos no observan las leyes del rey y el rey no tiene ventaja en dejarlos vivir.
Si al rey le parece bien, que se decrete por escrito que se los destruya, y yo pesaré en manos de los administradores de las obras públicas trescientos treinta mil kilos de plata, que serán traídos a los tesoros del rey.
Entonces el rey se quitó el anillo de su mano y se lo dio a Amán hijo de Hamedata, el agageo, enemigo de los judíos.
Y el rey dijo a Amán: — La plata sea para ti y también el pueblo, para que hagas con él lo que te parezca bien.
Entonces fueron llamados los escribas del rey el día trece del mes primero, y conforme a todo lo que mandó Amán se escribió a los sátrapas del rey, a los gobernadores de cada provincia y a los magistrados de cada pueblo. A cada provincia se escribió según su escritura y a cada pueblo en su idioma. Se escribió en nombre del rey Asuero y se selló con el anillo real.
Y las cartas fueron enviadas por medio de mensajeros a todas las provincias del rey, para destruir, matar y exterminar a todos los judíos, desde los jóvenes hasta los ancianos, los niños y las mujeres, en un solo día, el trece del mes duodécimo que es el mes de Adar, y para tomar botín de ellos.
Una copia del documento debía ser promulgada como ley en cada provincia y debía ser proclamada a todos los pueblos, a fin de que estuvieran preparados para aquel día.
Los mensajeros salieron de prisa por mandato del rey. El decreto fue promulgado en Susa, la capital. Luego el rey y Amán se sentaron a beber, pero la ciudad de Susa estaba consternada.