Explicación, estudio y comentario bíblico de Ester 7:3-10 verso por verso
Entonces la reina Ester respondió y dijo: — ¡Oh rey, si he hallado gracia ante tus ojos, y si a su majestad le parece bien, que me sea concedida la vida por mi petición y mi pueblo por mi solicitud!
Porque yo y mi pueblo hemos sido vendidos para ser destruidos, muertos y exterminados. Si hubiéramos sido vendidos para ser esclavos y esclavas, yo habría callado; pues tal desgracia no justificaría molestar al rey…
El rey Asuero preguntó a la reina Ester: — ¿Quién es ese, y dónde está el que ha concebido hacer tal cosa?
Y Ester respondió: — ¡El enemigo y adversario es este malvado Amán! Entonces Amán se llenó de terror en la presencia del rey y de la reina.
El rey se levantó enfurecido y dejando de beber vino se fue al jardín del palacio. Y Amán se quedó de pie, rogando a la reina Ester por su vida; porque vio que el mal ya estaba decidido para él, de parte del rey.
Cuando el rey regresó del jardín del palacio a la sala donde estaban bebiendo vino, Amán había caído sobre el diván en que estaba Ester. Entonces el rey dijo: — ¿También ha de violar a la reina estando yo en la casa? En cuanto salió la palabra de la boca del rey, le cubrieron la cara a Amán.
Entonces Harbona, uno de los eunucos al servicio del rey, dijo: — He aquí, hay una horca de veinticinco metros de alto, que Amán ha hecho en su casa para Mardoqueo, quien había hablado bien en favor del rey. Entonces el rey dijo: — ¡Cuélguenlo en ella!
Así colgaron a Amán en la horca que él había preparado para Mardoqueo. Y se apaciguó la ira del rey.