Explicación, estudio y comentario bíblico de Éxodo 12:6-36 verso por verso
Lo habrán de guardar hasta el día catorce de este mes, cuando lo degollará toda la congregación del pueblo de Israel al atardecer.
Tomarán parte de la sangre y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las puertas de las casas en donde lo han de comer.
Aquella misma noche comerán la carne, asada al fuego. La comerán con panes sin levadura y con hierbas amargas.
No comerán del cordero nada crudo ni cocido en agua; sino asado al fuego, con su cabeza, sus piernas y sus entrañas.
Nada dejarán de él hasta la mañana. Lo que quede hasta la mañana habrán de quemarlo en el fuego.
Así lo habrán de comer: con sus cintos ceñidos, puestas las sandalias en sus pies y con su bastón en la mano. Lo comerán apresuradamente; es la Pascua del SEÑOR.
»La misma noche yo pasaré por la tierra de Egipto y heriré de muerte a todo primogénito en la tierra de Egipto, tanto de los hombres como del ganado. Así ejecutaré actos justicieros contra todos los dioses de Egipto. Yo, el SEÑOR.
»La sangre les servirá de señal en las casas donde estén. Yo veré la sangre y en cuanto a ustedes pasaré de largo y cuando castigue la tierra de Egipto, no habrá en ustedes ninguna plaga para destruirlos.
»Habrán de conmemorar este día. Lo habrán de celebrar como fiesta al SEÑOR a través de sus generaciones. Lo celebrarán como estatuto perpetuo.
Siete días comerán panes sin levadura. El primer día quitarán de sus casas la levadura, porque cualquiera que coma algo con levadura desde el primer día hasta el séptimo, esa persona será excluida de Israel.
»El primer día habrá asamblea sagrada. También en el séptimo día habrá asamblea sagrada. Ningún trabajo harán en ellos, excepto la preparación de lo que cada uno haya de comer. Solo eso podrán hacer.
Guardarán la fiesta de los Panes sin levadura, porque en este mismo día habré sacado sus ejércitos de la tierra de Egipto. Por tanto, guardarán este día como estatuto perpetuo a través de sus generaciones.
»Comerán los panes sin levadura en el mes primero, desde el día catorce del mes al atardecer, hasta el día veintiuno del mes al atardecer.
Durante siete días no se hallará en sus casas nada que tenga levadura. Cualquiera que coma algo con levadura, sea forastero o natural de la tierra, esa persona será excluida de la congregación de Israel.
No comerán ninguna cosa con levadura. En todo lugar donde habiten comerán panes sin levadura.
Moisés convocó a todos los ancianos de Israel y les dijo: — Saquen y tomen del rebaño para sus familias, y sacrifiquen el cordero pascual.
Tomen luego un manojo de hisopo y empápenlo en la sangre que está en la vasija, y unten el dintel y los postes de la puerta con la parte de la sangre que está en la vasija. Ninguno de ustedes salga de la puerta de su casa hasta la mañana.
Porque el SEÑOR pasará matando a los egipcios, y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará de largo aquella puerta y no dejará entrar en sus casas al destructor para matar.
Guardarán estas palabras como ley para ustedes y para sus hijos, para siempre.
Cuando hayan entrado en la tierra que el SEÑOR les dará, como lo prometió, guardarán este rito.
Y cuando les pregunten sus hijos: “¿Qué significa este rito para ustedes?”,
ustedes les responderán: “Este es el sacrificio de la Pascua del SEÑOR, quien pasó de largo las casas de los hijos de Israel cuando mató a los egipcios y libró nuestras casas”. Entonces el pueblo se inclinó y adoró.
Los hijos de Israel fueron y lo hicieron; como el SEÑOR había mandado a Moisés y a Aarón, así lo hicieron.
Aconteció que a la medianoche el SEÑOR mató a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito del faraón que se sentaba en el trono, hasta el primogénito del preso que estaba en la mazmorra, y todo primogénito del ganado.
Aquella noche se levantaron el faraón, todos sus servidores y todos los egipcios, pues había un gran clamor en Egipto, porque no había casa donde no hubiera un muerto.
Entonces hizo llamar a Moisés y a Aarón de noche, y les dijo: — ¡Levántense y salgan de en medio de mi pueblo, ustedes y los hijos de Israel! Vayan y sirvan al SEÑOR, como han dicho.
Tomen también sus ovejas y sus vacas, como han dicho, y váyanse. Y bendíganme a mí también.
Los egipcios apremiaban al pueblo, apresurándose a echarlos del país, porque decían: — ¡Todos seremos muertos!
La gente llevaba sobre sus hombros la masa que aún no tenía levadura y sus artesas envueltas en sus mantos.
Los hijos de Israel hicieron también conforme al mandato de Moisés, y pidieron a los egipcios objetos de plata, objetos de oro y vestidos.
El SEÑOR dio gracia al pueblo ante los ojos de los egipcios, quienes les dieron lo que pidieron. Así despojaron a los egipcios.