Explicación, estudio y comentario bíblico de Éxodo 16:11-36 verso por verso
Y el SEÑOR habló a Moisés diciendo:
— Yo he oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Háblales diciendo: “Al atardecer comerán carne, y al amanecer se saciarán de pan, y sabrán que yo soy el SEÑOR su Dios”.
Al atardecer vinieron las codornices y cubrieron el campamento. Y al amanecer había una capa de rocío alrededor del campamento.
Cuando se evaporó la capa de rocío, he aquí que sobre la superficie del desierto había una sustancia menuda, escamosa y fina como la escarcha sobre la tierra.
Al verla, los hijos de Israel se preguntaron unos a otros: — ¿Qué es esto?. Pues no sabían lo que era. Entonces Moisés les dijo: — Es el pan que el SEÑOR les da para comer.
Esto es lo que el SEÑOR ha mandado: “Recojan de ello cada uno según lo que necesite para comer: como dos kilos por persona. Cada uno recogerá según el número de las personas que están en su tienda”.
Así lo hicieron los hijos de Israel. Unos recogieron más, y otros menos.
Midieron como dos kilos, y al que recogió mucho no le sobró, y al que recogió poco no le faltó. Cada uno recogió según lo que necesitaba para comer.
Y Moisés les dijo: — Ninguno guarde nada de ello hasta el día siguiente.
Pero no obedecieron a Moisés, sino que algunos guardaron algo para el día siguiente; pero crió gusanos y hedió. Y Moisés se enojó contra ellos.
Lo recogían cada mañana, cada uno según lo que necesitaba para comer; y cuando el sol calentaba, se derretía.
En el sexto día recogieron doble porción de comida: como cuatro kilos para cada uno. Todos los principales de la congregación fueron a Moisés y se lo hicieron saber.
Y él les dijo: — Esto es lo que ha dicho el SEÑOR: “Mañana es sábado de reposo, el sábado consagrado al SEÑOR. Lo que tengan que cocer al horno, cuézanlo hoy; y lo que tengan que cocinar, cocínenlo. Y todo lo que sobre, déjenlo a un lado y guárdenlo para la mañana”.
Ellos lo guardaron para la mañana, según lo había mandado Moisés, y no hedió ni crió gusanos.
Y dijo Moisés: — Cómanlo hoy, porque es el sábado del SEÑOR. Hoy no lo hallarán en el campo.
Seis días lo recogerán; pero el séptimo día es sábado, en el cual no será hallado.
Aconteció que algunos del pueblo salieron para recoger en el séptimo día, y no hallaron nada.
Y el SEÑOR dijo a Moisés: — ¿Hasta cuándo rehusarán guardar mis mandamientos y mis instrucciones?
Miren que el SEÑOR les ha dado el sábado, y por eso en el sexto día les da pan para dos días. Permanezca cada uno en su lugar; nadie salga de allí en el séptimo día.
Así reposó el pueblo el séptimo día.
La casa de Israel lo llamó “maná”. Era como semilla de cilantro, blanco; y su sabor era como de galletas con miel.
Moisés dijo: — Esto es lo que el SEÑOR ha mandado: “Llenen como dos kilos de maná para que sea conservado para sus generaciones, a fin de que ellas vean el pan que les di a comer en el desierto, cuando los saqué de la tierra de Egipto”.
Moisés también dijo a Aarón: — Toma una vasija y pon en ella como dos kilos de maná; colócala delante del SEÑOR, para que sea conservado para las generaciones de ustedes.
Y Aarón lo puso delante del Testimonio, para que fuera conservado, como el SEÑOR había mandado a Moisés.
Los hijos de Israel comieron el maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada. Comieron maná hasta que llegaron a la frontera de la tierra de Canaán.
(La medida llamada “gomer” era como dos kilos, a su vez era la décima parte de la medida que llamaban “efa”).