Explicación, estudio y comentario bíblico de Éxodo 33:9-23 verso por verso
Cuando Moisés entraba en la tienda, la columna de nube descendía y se detenía a la entrada de la tienda; y Dios hablaba con Moisés.
Al ver la columna de nube, que se detenía a la entrada de la tienda, todo el pueblo se levantaba y se postraba, cada uno a la entrada de su propia tienda.
Entonces el SEÑOR hablaba a Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo. Después regresaba Moisés al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su ayudante, no se apartaba de la tienda.
Moisés dijo al SEÑOR: — Mira, tú me dices a mí: “Saca a este pueblo”. Pero tú no me has dado a conocer a quién has de enviar conmigo. Sin embargo, dices: “Yo te he conocido por tu nombre y también has hallado gracia ante mis ojos”.
Ahora, si he hallado gracia ante tus ojos, muéstrame, por favor, tu camino para que te conozca y halle gracia ante tus ojos; considera también que esta gente es tu pueblo.
El SEÑOR le dijo: — Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.
Y él respondió: — Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.
¿En qué, pues, se conocerá que he hallado gracia ante tus ojos, tu pueblo y yo? ¿No será en que tú vas con nosotros y en que tu pueblo y yo llegamos a ser diferentes de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra?
El SEÑOR dijo a Moisés: — También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia ante mis ojos y te he conocido por tu nombre.
Entonces Moisés dijo: — Muéstrame por favor tu gloria.
Y le respondió: — Yo haré pasar toda mi bondad delante de ti y proclamaré delante de ti el nombre del SEÑOR. Tendré misericordia del que tendré misericordia y me compadeceré del que me compadeceré.
— Dijo además — : No podrás ver mi rostro, porque ningún hombre me verá y quedará vivo.
— El SEÑOR dijo también — : He aquí hay un lugar junto a mí, y tú te colocarás sobre la peña.
Sucederá que cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña y te cubriré con mi mano hasta que yo haya pasado.
Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas. Pero mi rostro no será visto.