Explicación, estudio y comentario bíblico de Éxodo 4:18-29 verso por verso
Entonces Moisés se fue y volvió a donde estaba su suegro Jetro y le dijo: — Permite que yo vaya y vuelva a mis hermanos que están en Egipto, para ver si aún están vivos. Y Jetro dijo a Moisés: — Ve en paz.
El SEÑOR dijo también a Moisés en Madián: — Ve, vuélvete a Egipto, porque han muerto todos los que procuraban matarte.
Entonces Moisés tomó a su mujer y a sus hijos, los puso sobre un asno y regresó a la tierra de Egipto. Moisés tomó también en su mano la vara de Dios.
Y el SEÑOR dijo a Moisés: — Cuando estés de regreso en Egipto, haz en presencia del faraón todas las señales que he puesto en tu mano. Sin embargo, yo endureceré su corazón, y él no dejará ir al pueblo.
Entonces dirás al faraón: “Así ha dicho el SEÑOR: ‘Israel es mi hijo, mi primogénito.
Yo te digo que dejes ir a mi hijo para que me sirva. Si rehúsas dejarlo ir, he aquí que yo mataré a tu hijo, a tu primogénito’ ”.
Aconteció en el camino, en una posada, que el SEÑOR le salió al encuentro y procuró matarlo.
Entonces Séfora tomó un pedernal afilado, cortó el prepucio de su hijo y tocó con él los pies de Moisés, diciendo: — ¡De veras, tú eres para mí un esposo de sangre!
Entonces él desistió. Ella había dicho “esposo de sangre” a causa de la circuncisión.
Entonces el SEÑOR dijo a Aarón: — Ve al desierto, al encuentro de Moisés. Él fue y lo encontró en el monte de Dios, y lo besó.
Entonces Moisés refirió a Aarón todas las palabras que el SEÑOR lo enviaba a decir y todas las señales que lo mandaba hacer.
Moisés y Aarón fueron, y reunieron a todos los ancianos de los hijos de Israel.