Explicación, estudio y comentario bíblico de Éxodo 9:27-35 verso por verso
Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón y les dijo: — He pecado esta vez. El SEÑOR es el justo; yo y mi pueblo somos los culpables.
Rueguen al SEÑOR para que cesen los truenos de Dios y el granizo, y yo los dejaré ir, y ustedes no se detendrán más.
Moisés le respondió: — Al salir yo de la ciudad, extenderé mis manos al SEÑOR, y los truenos cesarán, y no habrá más granizo, para que sepas que la tierra es del SEÑOR.
Pero yo sé que ni tú ni tus servidores temen todavía la presencia del SEÑOR Dios.
El lino y la cebada fueron destruidos, porque la cebada estaba en espiga y el lino en flor.
Pero el trigo y el centeno no fueron destruidos, pues eran tardíos.
Después de haber salido de la presencia del faraón y de la ciudad, Moisés extendió sus manos al SEÑOR, y cesaron los truenos y el granizo; y no cayó más lluvia sobre la tierra.
Entonces, al ver que habían cesado la lluvia, el granizo y los truenos, el faraón volvió a pecar. Tanto él como sus servidores endurecieron su corazón.
El corazón del faraón se endureció, y no dejó ir a los hijos de Israel, tal como el SEÑOR lo había dicho por medio de Moisés.