Explicación, estudio y comentario bíblico de Ezequiel 20:5-29 verso por verso
Diles que así ha dicho el SEÑOR Dios: ‘El día que escogí a Israel, alcé mi mano jurando a la descendencia de la casa de Jacob, y me di a conocer a ellos en la tierra de Egipto. Entonces alcé mi mano jurando y dije: Yo soy el SEÑOR su Dios.
Aquel día les alcé mi mano jurando que los sacaría de la tierra de Egipto a la tierra que había explorado para ellos, que fluye leche y miel y que es la más hermosa de todas las tierras.
Entonces les dije: Arroje cada uno de sí los ídolos detestables que sus ojos aman, y no se contaminen con los ídolos de Egipto. Yo soy el SEÑOR su Dios’.
“Pero ellos se obstinaron contra mí y no quisieron obedecerme. No arrojaron de sí los ídolos detestables que sus ojos aman ni dejaron los ídolos de Egipto. Entonces yo dije que derramaría sobre ellos mi ira para agotar en ellos mi furor, en medio de la tierra de Egipto.
Pero actué por causa de mi nombre, para no ser profanado a la vista de las naciones en medio de las cuales se encontraban, ante cuya vista me di a conocer al sacarlos de la tierra de Egipto.
“Yo los saqué de la tierra de Egipto y los traje al desierto.
Les di mis estatutos y los hice conocer mis decretos, los cuales, el hombre que los cumpla, por ellos vivirá.
También les di mis sábados para que fueran una señal entre ellos y yo, para que supieran que yo soy el SEÑOR, el que los santifico.
Pero la casa de Israel se rebeló contra mí en el desierto; no anduvieron en mis estatutos. Más bien, rechazaron mis decretos, los cuales, el hombre que los cumpla, por ellos vivirá. Y profanaron gravemente mis sábados, por lo cual dije que derramaría sobre ellos mi ira en el desierto, para acabar con ellos.
Pero actué por causa de mi nombre, para no ser profanado a vista de las naciones, ante cuya vista los saqué.
También en el desierto alcé mi mano, jurándoles que no los llevaría a la tierra que les había dado, que fluye leche y miel y que es la más hermosa de todas las tierras.
Fue porque rechazaron mis decretos, no anduvieron en mis estatutos y profanaron mis sábados; porque el corazón de ellos se iba tras sus ídolos.
A pesar de ello, mi ojo les tuvo lástima, para no destruirlos, y no acabé con ellos en el desierto.
“Y dije a sus hijos en el desierto: ‘No anden según las leyes de sus padres; no guarden sus decretos ni se contaminen con sus ídolos.
Yo soy el SEÑOR su Dios. Anden según mis estatutos, guarden mis decretos y pónganlos por obra.
Santifiquen mis sábados, y serán una señal entre mí y ustedes, para que se sepa que yo soy el SEÑOR su Dios’.
“Pero los hijos se rebelaron contra mí. No anduvieron según mis estatutos ni guardaron mis decretos poniéndolos por obra, los cuales, el hombre que los cumpla, por ellos vivirá. Y profanaron mis sábados, por lo cual dije que derramaría sobre ellos mi ira para agotar en ellos mi furor en el desierto.
Pero yo retiré mi mano y actué por causa de mi nombre, para no ser profanado a vista de las naciones, ante cuya vista los saqué.
También en el desierto les alcé mi mano jurándoles que los dispersaría entre las naciones y que los esparciría entre los países,
porque no pusieron por obra mis decretos, rechazaron mis estatutos, profanaron mis sábados, y sus ojos se fueron tras los ídolos de sus padres.
Yo también les di leyes que no eran buenas y decretos por los cuales no pudieran vivir.
Y cuando hacían pasar por fuego a todo primogénito del vientre, los consideré inmundos, juntamente con sus dones, para desolarlos, a fin de que supieran que yo soy el SEÑOR.
“Por tanto, oh hijo de hombre, habla a la casa de Israel y diles que así ha dicho el SEÑOR Dios: ‘Aun en esto sus padres me afrentaron cuando actuaron contra mí con infidelidad’.
Los llevé a la tierra con respecto a la cual yo había alzado mi mano jurándoles que les habría de dar, pero ellos vieron toda colina alta y todo árbol frondoso, y allí sacrificaron sus víctimas y presentaron sus ofrendas que me indignan. Allí pusieron también su grato olor y allí derramaron sus libaciones.
Les dije: ‘¿Qué es este lugar alto adonde van?’. Y fue llamado su nombre Bamah, hasta el día de hoy.