Explicación, estudio y comentario bíblico de Ezequiel 21:18-26 verso por verso
Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:
“Tú, oh hijo de hombre, traza dos caminos por donde pueda ir la espada del rey de Babilonia. Ambos caminos han de salir de la misma tierra. Pon al comienzo de cada camino una señal que conduzca a la ciudad.
Señala el camino por donde vaya la espada contra Rabá de los hijos de Amón, y contra Judá y la fortificada Jerusalén.
Porque el rey de Babilonia se ha detenido en la encrucijada, al comienzo de los dos caminos, para tomar consejo de adivinación. Ha sacudido las flechas, ha consultado por medio de los ídolos domésticos y ha observado el hígado.
“La adivinación señala a la derecha, a Jerusalén, para poner arietes, para abrir la boca con griterío, para levantar la voz con grito de guerra, para poner arietes contra las puertas y para levantar terraplenes y construir muros de asedio.
Sin embargo, a sus ojos eso parecerá una adivinación mentirosa, por estar aliados con ellos bajo juramento. Pero él traerá a la memoria la ofensa, a fin de prenderlos.
Por tanto, así ha dicho el SEÑOR Dios: ‘Serán atrapados en sus manos, porque han hecho recordar sus ofensas, poniendo al descubierto sus transgresiones, quedando a la vista sus pecados en todas sus obras. Porque han sido traídos a la memoria, serán apresados por su mano’.
“Y tú, profano y malvado gobernante de Israel, cuyo día ha llegado con el tiempo del castigo final,
así ha dicho el SEÑOR Dios: ‘¡Despójate del turbante y quítate la corona! ¡Esto no será más así! Hay que enaltecer al humilde y humillar al altivo’.