Explicación, estudio y comentario bíblico de Ezequiel 21:3-26 verso por verso
Dirás a la tierra de Israel que así ha dicho el SEÑOR: ‘He aquí que yo estoy contra ti; sacaré mi espada de su vaina y eliminaré de ti al justo y al impío.
Por cuanto he de eliminar de ti al justo y al impío, por eso mi espada saldrá de su vaina contra todo mortal, desde el Néguev hasta el norte.
Y sabrá todo mortal que yo, el SEÑOR, he sacado mi espada de su vaina; no volverá a ella’.
“Y tú, oh hijo de hombre, gime con quebrantamiento de corazón; gime con amargura ante sus ojos.
Y sucederá que cuando te digan: ‘¿Por qué gimes?’, les dirás: ‘Por la noticia que viene, porque todo corazón desfallecerá y todas las manos se debilitarán. Todo espíritu desmayará, y todas las rodillas se escurrirán como agua. ¡He aquí que viene, y va a suceder!’”, dice el SEÑOR Dios.
Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:
“Oh hijo de hombre, profetiza y di que así ha dicho el Señor: ‘¡La espada, la espada está afilada y pulida también!
Está afilada para realizar una matanza, pulida para que tenga resplandor. ¿Hemos de alegrarnos cuando el cetro de mi hijo menosprecia todo consejo?
Él la entregó para ser pulida y para tomarla en la mano. Ha afilado la espada; la ha pulido para entregarla en manos del verdugo’.
Grita y gime, oh hijo de hombre, porque ella está contra mi pueblo; ella está contra todos los gobernantes de Israel. Ellos, juntamente con mi pueblo, son arrojados a la espada; por tanto, golpea tu muslo.
Porque será probado, ¿y qué si ella aún desprecia al cetro? ¡Él dejará de ser!, dice el SEÑOR Dios.
Tú, pues, oh hijo de hombre, profetiza y golpea mano contra mano, y la espada se duplicará y se triplicará. Esta es la espada de la matanza. Esta es la espada de la gran matanza, que los traspasará,
para que se derrita su corazón y se multipliquen los caídos. En todas las puertas de ellos he puesto el degüello a espada. ¡Ay! Está hecha para resplandecer, y pulida para degollar.
Agúzate; dirígete a la derecha; ponte a la izquierda. Pon tu rostro hacia donde están dirigidos tus filos.
Yo también golpearé mano contra mano y haré que se asiente mi ira. Yo, el SEÑOR, he hablado”.
Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:
“Tú, oh hijo de hombre, traza dos caminos por donde pueda ir la espada del rey de Babilonia. Ambos caminos han de salir de la misma tierra. Pon al comienzo de cada camino una señal que conduzca a la ciudad.
Señala el camino por donde vaya la espada contra Rabá de los hijos de Amón, y contra Judá y la fortificada Jerusalén.
Porque el rey de Babilonia se ha detenido en la encrucijada, al comienzo de los dos caminos, para tomar consejo de adivinación. Ha sacudido las flechas, ha consultado por medio de los ídolos domésticos y ha observado el hígado.
“La adivinación señala a la derecha, a Jerusalén, para poner arietes, para abrir la boca con griterío, para levantar la voz con grito de guerra, para poner arietes contra las puertas y para levantar terraplenes y construir muros de asedio.
Sin embargo, a sus ojos eso parecerá una adivinación mentirosa, por estar aliados con ellos bajo juramento. Pero él traerá a la memoria la ofensa, a fin de prenderlos.
Por tanto, así ha dicho el SEÑOR Dios: ‘Serán atrapados en sus manos, porque han hecho recordar sus ofensas, poniendo al descubierto sus transgresiones, quedando a la vista sus pecados en todas sus obras. Porque han sido traídos a la memoria, serán apresados por su mano’.
“Y tú, profano y malvado gobernante de Israel, cuyo día ha llegado con el tiempo del castigo final,
así ha dicho el SEÑOR Dios: ‘¡Despójate del turbante y quítate la corona! ¡Esto no será más así! Hay que enaltecer al humilde y humillar al altivo’.