Explicación, estudio y comentario bíblico de Ezequiel 31:3-17 verso por verso
He aquí que consideraré al cedro del Líbano, de ramas hermosas, que ensombrecía al bosque. Era de gran altura y su copa estaba entre las nubes.
Las aguas lo hicieron crecer; lo enalteció el abismo, que dirigió sus ríos alrededor de su vergel, y envió sus canales a todos los árboles del campo.
Por tanto, superó en altura a todos los árboles del campo y sus ramas se multiplicaron. A causa de la abundancia de agua, se extendió el ramaje que había echado.
En sus ramas hacían su nido todas las aves del cielo, debajo de su ramaje parían todos los animales del campo, y a su sombra habitaban todas las grandes naciones.
Se hizo hermoso por su grandeza y por la extensión de su follaje, pues su raíz estaba junto a muchas aguas.
En el jardín de Dios los demás cedros no lo igualaban, los cipreses no se le podían comparar en ramaje ni los castaños tuvieron ramas semejantes a las suyas. Ningún árbol en el jardín de Dios era igual a él en hermosura.
Lo hice hermoso por la abundancia de su follaje, y todos los árboles en Edén, el jardín de Dios, le tuvieron envidia’.
“Por tanto, así ha dicho el SEÑOR Dios: ‘Por cuanto se elevó en estatura y levantó su copa hasta las nubes, y su corazón se enalteció con su altura,
por eso lo he entregado en mano de la más poderosa de la naciones, que ciertamente hará con él conforme a su impiedad. Yo lo he desechado;
y los extranjeros, los más crueles de los pueblos, lo cortan y lo abandonan. Sobre los montes y en todos los valles cae su follaje, y sus ramas son rotas en todas las quebradas de la tierra. Todos los pueblos de la tierra se van de su sombra; lo abandonan.
Sobre su tronco caído habitan todas las aves del cielo, y sobre sus ramas están todos los animales del campo.
Así sucede para que ninguno de los árboles que crecen junto a las aguas se exalte por su altura ni levante su copa hasta las nubes; y para que ninguno de los árboles que beben aguas confíe en la altura de sus ramas. Porque todos son entregados a la muerte, a la parte más baja de la tierra, en medio de los hijos de los hombres que descienden a la fosa’”.
Así ha dicho el SEÑOR Dios: “El día en que él descienda al Seol haré que haya duelo y lo cubriré con el océano. Detendré sus ríos, y las muchas aguas serán detenidas. Por él cubriré de tinieblas el Líbano, y por él todos los árboles del campo se desmayarán.
Por el estruendo de su caída haré temblar las naciones, cuando lo haga descender al Seol, junto con los que desciendan a la fosa. Todos los árboles del Edén, los escogidos del Líbano, todos los que beben aguas, se consolarán a sí mismos en la parte más baja de la tierra.
Ellos también descenderán con él al Seol, junto con los muertos a espada, los que fueron su brazo, los que habitaban a su sombra en medio de las naciones.