Explicación, estudio y comentario bíblico de Ezequiel 37:8-17 verso por verso
Miré, y he aquí que subían sobre ellos tendones y carne, y la piel se extendió encima de ellos. Pero no había espíritu en ellos.
Entonces me dijo: — Profetiza al espíritu. Profetiza, oh hijo de hombre, y di al espíritu que así ha dicho el SEÑOR Dios: “Oh espíritu, ven desde los cuatro vientos y sopla sobre estos muertos, para que vivan”.
Profeticé como me había mandado, y el espíritu entró en ellos y cobraron vida. Y se pusieron de pie: ¡un ejército grande en extremo!
Luego me dijo: — Oh hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. He aquí que ellos dicen: “Nuestros huesos se han secado. Se ha perdido nuestra esperanza. Somos del todo destruidos”.
Por tanto, profetiza y diles que así ha dicho el SEÑOR Dios: “He aquí, oh pueblo mío, yo abriré sus sepulcros. Los haré subir de sus sepulcros y los traeré a la tierra de Israel.
Y sabrán que soy el SEÑOR, cuando yo abra sus sepulcros y los haga subir de sus sepulcros, oh pueblo mío.
Pondré mi Espíritu en ustedes, y vivirán. Los colocaré en su propia tierra, y sabrán que yo, el SEÑOR, lo dije y lo hice”, dice el SEÑOR.
Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:
“Tú, oh hijo de hombre, toma una vara y escribe sobre ella: ‘Para Judá y los hijos de Israel, sus compañeros’. Toma después otra vara y escribe sobre ella: ‘Para José (vara de Efraín) y toda la casa de Israel, sus compañeros’.
Luego únelas, la una con la otra, para que sean una sola; y serán una sola en tu mano.