Explicación, estudio y comentario bíblico de Ezequiel 4:1-14 verso por verso
»Y tú, oh hijo de hombre, toma una tableta de arcilla, ponla delante de ti y graba sobre ella una ciudad: Jerusalén.
Luego pon asedio contra ella, construye contra ella un muro de asedio y levanta contra ella un terraplén. Pon contra ella campamentos y coloca arietes contra ella en derredor.
Y tú, toma una plancha de hierro y ponla como muro de hierro entre ti y la ciudad. Luego afirma tu rostro contra ella, y quedará bajo asedio. Tú la asediarás; es una señal para la casa de Israel.
»Y tú, acuéstate sobre tu costado izquierdo y pon sobre él el pecado de la casa de Israel. Durante el número de días que estarás acostado así, cargarás con su pecado.
Yo te he asignado un número de días equivalente a los años del pecado de ellos: Durante trescientos noventa días cargarás con el pecado de la casa de Israel.
Y cumplidos estos, te acostarás nuevamente sobre tu costado derecho, y cargarás con el pecado de la casa de Judá durante cuarenta días: Te he fijado un día por cada año.
Luego afirmarás tu rostro hacia el asedio de Jerusalén, y con tu brazo descubierto profetizarás contra ella.
He aquí, yo pongo cuerdas sobre ti, y no te podrás dar vuelta de un lado al otro hasta que hayas cumplido los días de tu asedio.
»Y tú, toma trigo, cebada, habas, lentejas, sorgo y centeno, y ponlos en una vasija. Con ellos te harás pan para el número de los días que estés acostado de lado: Durante trescientos noventa días comerás de él.
La comida que has de comer será racionada; será de doscientos gramos al día. De tiempo en tiempo la comerás.
También beberás el agua por medida: medio litro. De tiempo en tiempo la beberás.
Comerás tortas de cebada; las cocerás sobre excremento humano, ante la vista de ellos.
— El SEÑOR dijo además — : Así los hijos de Israel comerán su pan inmundo, entre las naciones a donde los arrojaré.
Entonces yo dije: — ¡Ay, SEÑOR Dios! He aquí, yo nunca me he contaminado; desde mi juventud hasta ahora nunca he comido carne de animal mortecino ni despedazado ni nunca ha entrado a mi boca carne inmunda.