Explicación, estudio y comentario bíblico de Ezequiel 8:5-14 verso por verso
Entonces me dijo: “Oh hijo de hombre, levanta tus ojos en dirección al norte”. Levanté mis ojos en dirección al norte, y he aquí que al norte de la puerta del altar, en la entrada, estaba la imagen del celo.
Entonces me dijo: “Oh hijo de hombre, ¿ves lo que hacen estos, las grandes abominaciones que hacen aquí los de la casa de Israel, para alejarme de mi santuario? Pero todavía volverás a ver abominaciones aun mayores”.
Entonces me llevó a la entrada del atrio. Luego miré, y he aquí, un agujero en la pared.
Y me dijo: “Oh hijo de hombre, cava en la pared”. Cavé en la pared, y he aquí una entrada.
Y me dijo: “Entra y mira las perversas abominaciones que estos hacen aquí”.
Entré y miré, y he allí toda clase de figuras de reptiles y de cuadrúpedos detestables. Todos los ídolos de la casa de Israel estaban grabados alrededor, en la pared.
Delante de ellos estaban de pie setenta hombres de los ancianos de la casa de Israel, y Jazanías hijo de Safán estaba de pie entre ellos. Cada uno tenía en su mano su incensario, y la fragancia del incienso subía como nube.
Y me dijo: “Oh hijo de hombre, ¿has visto las cosas que hacen los ancianos de la casa de Israel en la oscuridad, cada uno en su cámara adornada con imágenes? Porque ellos dicen: ‘El SEÑOR no nos ve; el SEÑOR ha abandonado la tierra’ ”.
Luego me dijo: “Todavía volverás a ver abominaciones aun mayores, que ellos hacen”.
Luego me llevó a la entrada de la puerta de la casa del SEÑOR que da al norte, y he aquí que estaban sentadas allí unas mujeres, llorando a Tamuz.