Explicación, estudio y comentario bíblico de Filipenses 2:5-18 verso por verso
Haya en ustedes esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús:
Existiendo en forma de Dios, él no consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse;
sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres;
y, hallándose en condición de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!
Por lo cual, también Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que es sobre todo nombre;
para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra;
y toda lengua confiese para gloria de Dios Padre que Jesucristo es Señor.
De modo que, amados míos, así como han obedecido siempre — no solo cuando yo estaba presente sino mucho más ahora en mi ausencia — , ocúpense en su salvación con temor y temblor;
porque Dios es el que produce en ustedes tanto el querer como el hacer para cumplir su buena voluntad.
Hagan todo sin murmuraciones y contiendas,
para que sean irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación torcida y perversa, en la cual ustedes resplandecen como luminares en el mundo,
reteniendo la palabra de vida. Así yo podré gloriarme en el día de Cristo de que no he corrido ni he trabajado en vano.
Al contrario, aunque haya de ser derramado como una ofrenda líquida sobre el sacrificio y servicio de su fe, me gozo y me regocijo con todos ustedes.
De igual modo, gócense también ustedes y regocíjense conmigo.