Explicación, estudio y comentario bíblico de Filipenses 3:2-17 verso por verso
¡Guárdense de los perros! ¡Guárdense de los malos obreros! ¡Guárdense de los que mutilan el cuerpo!
Porque nosotros somos la circuncisión: los que servimos a Dios en espíritu, los que nos gloriamos en Cristo Jesús y los que no confiamos en la carne.
Aunque yo tengo de qué confiar también en la carne. Si alguno cree tener de qué confiar en la carne, yo más:
circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo;
en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia de la ley, irreprensible.
Pero las cosas que para mí eran ganancia las he considerado pérdida a causa de Cristo.
Y aún más: Considero como pérdida todas las cosas, en comparación con lo incomparable que es conocer a Cristo Jesús mi Señor. Por su causa lo he perdido todo y lo tengo por basura a fin de ganar a Cristo
y ser hallado en él; sin pretender una justicia mía, derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo; la justicia que proviene de Dios por la fe.
Anhelo conocerlo a él y el poder de su resurrección, y participar en sus padecimientos, para ser semejante a él en su muerte;
y de alguna manera, me encontraré en la resurrección de los muertos.
No quiero decir que ya lo haya alcanzado ni que haya llegado a la perfección, sino que prosigo a ver si alcanzo aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús.
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado. Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está por delante,
prosigo a la meta hacia el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Así que, todos los que hemos alcanzado la madurez pensemos de este modo; y si piensan otra cosa, también eso nos lo revelará Dios.
En todo caso, sigamos fieles a lo que hemos logrado.
Hermanos, sean imitadores de mí y presten atención a los que así se conducen, según el ejemplo que tienen en nosotros.