Explicación, estudio y comentario bíblico de Filipenses 4:4-50 verso por verso
¡Regocíjense en el Señor siempre! Otra vez lo digo: ¡Regocíjense!
Su amabilidad sea conocida por todos los hombres. ¡El Señor está cerca!
Por nada estén afanosos; más bien, presenten sus peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús.
En cuanto a lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si hay algo que merece alabanza, en esto piensen.
Lo que aprendieron, recibieron, oyeron y vieron en mí, esto hagan; y el Dios de paz estará con ustedes.
En gran manera me regocijé en el Señor porque al fin se ha renovado la preocupación de ustedes para conmigo. Siempre pensaban en mí, pero les faltaba la oportunidad.
No lo digo porque tenga escasez pues he aprendido a contentarme con lo que tengo.
Sé vivir en la pobreza, y sé vivir en la abundancia. En todo lugar y en todas las circunstancias he aprendido el secreto de hacer frente tanto a la hartura como al hambre, tanto a la abundancia como a la necesidad.
¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!
Sin embargo, hicieron bien en participar conmigo en mi tribulación.
También saben, oh filipenses, que al comienzo del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en cuanto a dar y recibir sino ustedes solos.
Porque aun a Tesalónica enviaron para mis necesidades una y otra vez.
No es que busque donativo sino que busco fruto que abunde en la cuenta de ustedes.
Sin embargo, todo lo he recibido y tengo abundancia. Estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviaron, como olor fragante, un sacrificio aceptable y agradable a Dios.
Mi Dios, pues, suplirá toda necesidad de ustedes conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.
A nuestro Dios y Padre sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Saluden a todos los santos en Cristo Jesús. Los hermanos que están conmigo los saludan.
Todos los santos los saludan, y mayormente los que pertenecen a la casa del César.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con el espíritu de ustedes.