Explicación, estudio y comentario bíblico de Génesis 24:15-31 verso por verso
Y aconteció que cuando él aún no había acabado de hablar, he aquí que con su cántaro sobre el hombro venía Rebeca, que le había nacido a Betuel, hijo de Milca, mujer de Nacor, hermano de Abraham.
La joven era muy hermosa; era virgen, a quien ningún hombre había conocido. Ella descendió al manantial, llenó su cántaro y subía.
Entonces el siervo corrió hacia ella y le dijo: — Por favor, dame de beber un poco de agua de tu cántaro.
Y ella respondió: — Bebe, señor mío. Se apresuró a bajar su cántaro a su mano y le dio de beber.
Cuando acabó de darle de beber, agregó: — También sacaré agua para tus camellos, hasta que acaben de beber.
Se dio prisa, vació su cántaro en el abrevadero y corrió otra vez al pozo para sacar agua. Y sacó para todos sus camellos.
El hombre la observaba en silencio para saber si el SEÑOR había dado éxito a su viaje o no.
Cuando los camellos acabaron de beber, el hombre le obsequió un pendiente de oro que pesaba cinco gramos y medio y dos brazaletes de oro para sus brazos, que pesaban ciento diez gramos.
Y le preguntó: — ¿De quién eres hija? Dime, por favor, ¿habrá lugar en la casa de tu padre donde podamos alojarnos?
Ella respondió: — Yo soy hija de Betuel, hijo de Milca, el cual ella dio a luz a Nacor.
— Y añadió — : También en nuestra casa hay paja y mucho forraje, y lugar para alojarse.
Entonces el hombre se inclinó y adoró al SEÑOR
diciendo: — ¡Bendito sea el SEÑOR, Dios de mi señor Abraham, que no apartó de mi señor su misericordia y su verdad! En el camino el SEÑOR me guió hacia la casa de los hermanos de mi señor.
La joven corrió y contó estas cosas en la casa de su madre.
Rebeca tenía un hermano que se llamaba Labán, el cual corrió afuera hacia el hombre, hacia el manantial.
Sucedió que cuando vio el pendiente y los brazaletes en las manos de su hermana, y oyó las palabras de su hermana Rebeca, que decía: “Así me habló aquel hombre”, vino a él, y he aquí que él estaba junto a los camellos, al lado del manantial.
Y le dijo: — Ven, bendito del SEÑOR. ¿Por qué estás ahí fuera? Yo he preparado la casa y el lugar para los camellos.