Explicación, estudio y comentario bíblico de Génesis 26:2-14 verso por verso
Y se le apareció el SEÑOR y le dijo: — No desciendas a Egipto. Habita en la tierra que yo te diré.
Reside en esta tierra. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tus descendientes les daré todas estas tierras. Así cumpliré el juramento que hice a tu padre Abraham.
Yo multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras. Y en tu descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra,
porque Abraham obedeció mi voz y guardó mi ordenanza, mis mandamientos, mis estatutos y mis instrucciones.
Habitó, pues, Isaac en Gerar.
Y los hombres de aquel lugar le preguntaron acerca de su mujer. Él respondió: — Es mi hermana. Tuvo miedo de decir: “Es mi mujer”, pues pensó: “No sea que los hombres del lugar me maten a causa de Rebeca”. Porque ella era hermosa.
Sucedió después de estar allí muchos días, que Abimelec, rey de los filisteos, miró por una ventana y vio a Isaac que acariciaba a Rebeca su mujer.
Entonces Abimelec llamó a Isaac y le dijo: — ¡He aquí, de veras ella es tu mujer! ¿Por qué, pues, dijiste: “Es mi hermana”? Isaac le respondió: — Es que pensé que quizás moriría a causa de ella.
Abimelec le dijo: — ¿Por qué nos has hecho esto? Por poco pudiera haber dormido alguno del pueblo con tu mujer, y hubieras traído sobre nosotros culpabilidad.
Entonces Abimelec dio órdenes a todo el pueblo diciendo: — El que toque a este hombre o a su mujer, morirá irremisiblemente.
Isaac sembró en aquella tierra, y aquel año obtuvo ciento por uno. El SEÑOR lo bendijo,
y el hombre se enriqueció y continuó enriqueciéndose hasta llegar a ser muy rico.
Tenía rebaños de ovejas, hatos de vacas y abundancia de siervos, de modo que los filisteos le tenían envidia.