Explicación, estudio y comentario bíblico de Génesis 27:5-29 verso por verso
Rebeca estaba escuchando cuando Isaac hablaba a su hijo Esaú. Cuando Esaú fue al campo para cazar lo que había de traer,
Rebeca habló a su hijo Jacob diciendo: — He aquí, he oído a tu padre que hablaba con tu hermano Esaú, diciendo:
“Caza para mí y hazme un potaje para que coma y te bendiga en presencia del SEÑOR, antes de mi muerte”.
Ahora pues, hijo mío, obedéceme en lo que te mando:
Ve al rebaño y tráeme de allí dos buenos cabritos; y yo haré con ellos un potaje para tu padre, como a él le gusta.
Tú se lo llevarás a tu padre; y comerá, para que te bendiga antes de su muerte.
Jacob dijo a Rebeca su madre: — He aquí que Esaú mi hermano es hombre velludo, y yo soy lampiño.
Quizás me palpe mi padre y me tenga por un farsante, y traiga sobre mí una maldición en vez de una bendición.
Su madre le respondió: — Hijo mío, sobre mí recaiga tu maldición. Tú solamente obedéceme; ve y tráemelos.
Entonces él fue, tomó los cabritos y se los trajo a su madre. Y ella hizo un potaje como le gustaba a su padre.
Luego Rebeca tomó la ropa más preciada de Esaú, su hijo mayor, que ella tenía en casa, y vistió a Jacob, su hijo menor.
Y puso las pieles de los cabritos sobre las manos y sobre el cuello, donde no tenía vello.
Luego puso el potaje y el pan, que había preparado, en las manos de Jacob su hijo.
Y él fue a su padre y le dijo: — Padre mío. Él respondió: — Heme aquí. ¿Quién eres, hijo mío?
Jacob respondió a su padre: — Yo soy Esaú, tu primogénito. He hecho lo que me dijiste. Por favor, levántate, siéntate y come de mi caza, para que tú me bendigas.
Entonces Isaac preguntó a su hijo: — ¿Cómo es que pudiste hallarla tan pronto, hijo mío? Él respondió: — Porque el SEÑOR tu Dios hizo que se encontrara delante de mí.
E Isaac dijo a Jacob: — Por favor, acércate y te palparé, hijo mío, a ver si tú eres mi hijo Esaú, o no.
Jacob se acercó a su padre Isaac, quien lo palpó y dijo: — La voz es la voz de Jacob, pero las manos son las manos de Esaú.
No lo pudo reconocer, porque sus manos parecían tan velludas como las manos de su hermano Esaú, y lo bendijo.
Le preguntó: — ¿Eres tú realmente mi hijo Esaú? Él respondió: — Sí, yo soy.
Le dijo: — Acércamela; comeré de la caza de mi hijo, para que yo te bendiga. Jacob se la acercó e Isaac comió. Le trajo también vino y bebió.
Entonces le dijo su padre Isaac: — Acércate, por favor, y bésame, hijo mío.
Él se acercó y lo besó. Y al percibir Isaac el olor de su ropa, lo bendijo diciendo: