Explicación, estudio y comentario bíblico de Génesis 37:18-28 verso por verso
Cuando ellos lo vieron desde lejos, antes de que se acercara actuaron engañosamente contra él para matarlo.
Se dijeron el uno al otro: — ¡Ahí viene el de los sueños!
Ahora pues, vengan; matémoslo y echémoslo en una cisterna. Después diremos: “Alguna mala fiera lo devoró”. ¡Veamos en qué van a parar sus sueños!
Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos diciendo: — No le quitemos la vida.
— Y Rubén añadió — : No derramen sangre. Échenlo en esta cisterna que está en el desierto, pero no pongan la mano sobre él. Era para librarlo de sus manos a fin de hacerlo volver a su padre.
Sucedió que cuando José llegó hasta sus hermanos, ellos despojaron a José de su túnica, la túnica de diversos colores que llevaba puesta.
Lo tomaron y lo echaron en la cisterna. Pero la cisterna estaba vacía, sin agua.
Después se sentaron a comer, y alzando los ojos miraron, y he aquí que una caravana de ismaelitas venía de Galaad con sus camellos cargados de perfumes, bálsamo y mirra para llevarlos a Egipto.
Entonces Judá dijo a sus hermanos: — ¿Qué provecho hay en matar a nuestro hermano y en encubrir su sangre?
Vengan, vendámoslo a los ismaelitas. No pongamos nuestra mano sobre él, porque es nuestro hermano, nuestra carne. Sus hermanos estuvieron de acuerdo con él.
Y cuando pasaban los mercaderes madianitas, sacaron a José, subiéndolo de la cisterna, y lo vendieron a los ismaelitas por doscientos veinte gramos de plata. Estos se llevaron a José a Egipto.