Explicación, estudio y comentario bíblico de Génesis 37:25-36 verso por verso
Después se sentaron a comer, y alzando los ojos miraron, y he aquí que una caravana de ismaelitas venía de Galaad con sus camellos cargados de perfumes, bálsamo y mirra para llevarlos a Egipto.
Entonces Judá dijo a sus hermanos: — ¿Qué provecho hay en matar a nuestro hermano y en encubrir su sangre?
Vengan, vendámoslo a los ismaelitas. No pongamos nuestra mano sobre él, porque es nuestro hermano, nuestra carne. Sus hermanos estuvieron de acuerdo con él.
Y cuando pasaban los mercaderes madianitas, sacaron a José, subiéndolo de la cisterna, y lo vendieron a los ismaelitas por doscientos veinte gramos de plata. Estos se llevaron a José a Egipto.
Cuando Rubén volvió a la cisterna y no halló a José allí, rasgó sus vestiduras.
Volvió a sus hermanos y les dijo: — ¡El joven ha desaparecido! Y yo, ¿a dónde iré?
Entonces ellos tomaron la túnica de José, degollaron un cabrito del rebaño y empaparon la túnica en la sangre.
Después enviaron la túnica de diversos colores, la trajeron a su padre y le dijeron: — Esto hemos encontrado. Reconoce, pues, si es o no la túnica de tu hijo.
Él la reconoció y exclamó: — ¡Es la túnica de mi hijo! ¡Alguna mala fiera lo ha devorado! ¡Ciertamente José ha sido despedazado!
Entonces Jacob rasgó sus vestiduras, se cubrió con cilicio y guardó duelo por su hijo muchos días.
Todos sus hijos y todas sus hijas fueron para consolarlo, pero él rehusó ser consolado. Y decía: — ¡Enlutado descenderé hasta mi hijo, al Seol! Y su padre lo lloraba.
Pero los madianitas lo vendieron en Egipto a Potifar, funcionario del faraón, capitán de la guardia.