Explicación, estudio y comentario bíblico de Habacuc 3:9-35 verso por verso
Has desnudado completamente tu arco; has provisto en abundancia las flechas de tu palabra. Selah Hendiste la tierra con ríos.
Te vieron las montañas y temblaron; pasó la inundación de las aguas. El abismo dio su voz; levantó en alto sus manos.
El sol y la luna se detuvieron en su cenit. Anduvieron a la luz de tus flechas y al resplandor del brillo de tu lanza.
Con ira pisoteaste la tierra; con furor trillaste las naciones.
Saliste para librar a tu pueblo, para salvar a tu ungido. Destrozaste el techo de la casa del impío; desnudaste el cimiento hasta la roca. Selah
Horadaste con tus flechas la cabeza de los que me dispersaron, de los que acometieron para dispersarme, de los que se regocijan en devorar encubiertamente al pobre.
Marchaste en el mar con tus caballos, en medio de la espuma de muchas aguas.
Oí, y se estremecieron mis entrañas. Ante esa voz titubearon mis labios; penetró podredumbre en mis huesos y se estremecieron mis piernas. Gimo por el día de la angustia, cuando suba contra el pueblo el que nos invadirá con sus tropas.
Aunque la higuera no florezca ni en las vides haya fruto, aunque falle el producto del olivo y los campos no produzcan alimento, aunque se acaben las ovejas del redil y no haya vacas en los establos;
con todo, yo me alegraré en el SEÑOR y me gozaré en el Dios de mi salvación.
¡El SEÑOR Dios es mi fortaleza! Él hará mis pies como de venados y me hace andar sobre las alturas. Al director del coro, con mis instrumentos de cuerda.