Explicación, estudio y comentario bíblico de Hebreos 10:19-58 verso por verso
Así que, hermanos, teniendo plena confianza para entrar al lugar santísimo por la sangre de Jesús,
por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo (es decir, su cuerpo),
y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,
acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.
Retengamos firme la confesión de la esperanza sin vacilación porque fiel es el que lo ha prometido.
Considerémonos los unos a los otros para estimularnos al amor y a las buenas obras.
No dejemos de congregarnos, como algunos tienen por costumbre; más bien, exhortémonos, y con mayor razón cuando vemos que el día se acerca.
Porque si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por el pecado
sino una horrenda expectativa de juicio y de fuego ardiente que ha de devorar a los adversarios.
El que ha desechado la ley de Moisés ha de morir sin compasión por el testimonio de dos o tres testigos.
¿Cuánto mayor castigo piensan que merecerá el que ha pisoteado al Hijo de Dios, que ha considerado de poca importancia la sangre del pacto por la cual fue santificado y que ha ultrajado al Espíritu de gracia?
Porque conocemos al que ha dicho: “Mía es la venganza; yo daré la retribución”. Y otra vez: “El Señor juzgará a su pueblo”.
¡Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo!
Traigan a la memoria los días del pasado en los cuales, después de haber sido iluminados, soportaron gran conflicto y aflicciones.
Por una parte, fueron hechos espectáculo público con reproches y tribulaciones. Por otra parte, fueron hechos compañeros de los que han estado en tal situación.
También se compadecieron de los presos y con gozo padecieron al ser despojados de sus bienes, sabiendo que ustedes mismos tienen una posesión superior y perdurable.
No desechen, pues, su confianza, la cual tiene una gran recompensa.
Porque les es necesaria la perseverancia para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengan lo prometido;
porque: Aún un poco, en un poco más el que ha de venir vendrá y no tardará.
Pero mi justo vivirá por fe; y si se vuelve atrás, no agradará a mi alma.
Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás para perdición sino de los que tienen fe para la preservación del alma.