Explicación, estudio y comentario bíblico de Hebreos 11:24-58 verso por verso
Por la fe Moisés, cuando llegó a ser grande, rehusó ser llamado hijo de la hija del faraón.
Prefirió, más bien, recibir maltrato junto con el pueblo de Dios que gozar por un tiempo de los placeres del pecado.
Él consideró el oprobio por Cristo como riquezas superiores a los tesoros de los egipcios, porque fijaba la mirada en el galardón.
Por la fe abandonó Egipto sin temer la ira del rey porque se mantuvo como quien ve al Invisible.
Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos.
Por la fe ellos pasaron por el mar Rojo como por tierra seca; pero cuando lo intentaron los egipcios, fueron anegados.
Por la fe cayeron los muros de Jericó después de ser rodeados por siete días.
Por la fe no pereció la prostituta Rajab junto con los incrédulos, porque recibió en paz a los espías.
¿Qué más diré? Me faltaría el tiempo para contar de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, de Samuel y de los profetas.
Por la fe, estos conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones,
sofocaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada, sacaron fuerzas de la debilidad, se hicieron poderosos en batalla y pusieron en fuga los ejércitos de los extranjeros.
Mujeres recibieron por resurrección a sus muertos. Unos fueron torturados, sin aceptar ser rescatados, para obtener una resurrección mejor.
Otros recibieron pruebas de burlas y de azotes, además de cadenas y cárcel.
Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a espada. Anduvieron de un lado para otro cubiertos de pieles de ovejas y de cabras; pobres, angustiados, maltratados.
El mundo no era digno de ellos. Andaban errantes por los desiertos, por las montañas, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.
Y todos estos, aunque recibieron buen testimonio por la fe, no recibieron el cumplimiento de la promesa
para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros; porque Dios había provisto algo mejor para nosotros.