Explicación, estudio y comentario bíblico de Hebreos 11:8-22 verso por verso
Por la fe Abraham, cuando fue llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir por herencia; y salió sin saber a dónde iba.
Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, viviendo en tiendas con Isaac y Jacob, los coherederos de la misma promesa,
porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Por la fe, a pesar de que Sara misma era estéril, él recibió fuerzas para engendrar un hijo cuando había pasado de la edad; porque consideró que el que lo había prometido era fiel.
Y por lo tanto, de uno solo, y estando este muerto en cuanto a estas cosas, nacieron hijos como las estrellas del cielo en multitud y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.
Conforme a su fe murieron todos estos sin haber recibido el cumplimiento de las promesas. Más bien, las miraron de lejos y las saludaron, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra.
Los que así hablan, claramente dan a entender que buscan otra patria.
Pues si de veras se acordaran de la tierra de donde salieron tendrían oportunidad de regresar.
Pero ellos anhelaban una patria superior; es decir, la celestial. Por eso Dios no se avergüenza de llamarse el Dios de ellos, porque les ha preparado una ciudad.
Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac. El que había recibido las promesas ofrecía a su hijo único
de quien se había dicho: En Isaac te será llamada descendencia.
Él consideraba que Dios era poderoso para levantar aun de entre los muertos. De allí que, hablando figuradamente, lo volvió a recibir.
Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú respecto al porvenir.
Por la fe Jacob, cuando moría, bendijo a cada uno de los hijos de José y adoró apoyado sobre la cabeza de su bastón.
Por la fe José, llegando al fin de sus días, se acordó del éxodo de los hijos de Israel y dio mandamiento acerca de sus restos.