Explicación, estudio y comentario bíblico de Hebreos 11:8-27 verso por verso
Por la fe Abraham, cuando fue llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir por herencia; y salió sin saber a dónde iba.
Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, viviendo en tiendas con Isaac y Jacob, los coherederos de la misma promesa,
porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Por la fe, a pesar de que Sara misma era estéril, él recibió fuerzas para engendrar un hijo cuando había pasado de la edad; porque consideró que el que lo había prometido era fiel.
Y por lo tanto, de uno solo, y estando este muerto en cuanto a estas cosas, nacieron hijos como las estrellas del cielo en multitud y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.
Conforme a su fe murieron todos estos sin haber recibido el cumplimiento de las promesas. Más bien, las miraron de lejos y las saludaron, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra.
Los que así hablan, claramente dan a entender que buscan otra patria.
Pues si de veras se acordaran de la tierra de donde salieron tendrían oportunidad de regresar.
Pero ellos anhelaban una patria superior; es decir, la celestial. Por eso Dios no se avergüenza de llamarse el Dios de ellos, porque les ha preparado una ciudad.
Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac. El que había recibido las promesas ofrecía a su hijo único
de quien se había dicho: En Isaac te será llamada descendencia.
Él consideraba que Dios era poderoso para levantar aun de entre los muertos. De allí que, hablando figuradamente, lo volvió a recibir.
Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú respecto al porvenir.
Por la fe Jacob, cuando moría, bendijo a cada uno de los hijos de José y adoró apoyado sobre la cabeza de su bastón.
Por la fe José, llegando al fin de sus días, se acordó del éxodo de los hijos de Israel y dio mandamiento acerca de sus restos.
Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres durante tres meses porque vieron que era un niño hermoso y porque no temieron al mandamiento del rey.
Por la fe Moisés, cuando llegó a ser grande, rehusó ser llamado hijo de la hija del faraón.
Prefirió, más bien, recibir maltrato junto con el pueblo de Dios que gozar por un tiempo de los placeres del pecado.
Él consideró el oprobio por Cristo como riquezas superiores a los tesoros de los egipcios, porque fijaba la mirada en el galardón.
Por la fe abandonó Egipto sin temer la ira del rey porque se mantuvo como quien ve al Invisible.