Explicación, estudio y comentario bíblico de Hebreos 13:10-58 verso por verso
Tenemos un altar del cual los que sirven en el tabernáculo no tienen derecho a comer.
Porque los cuerpos de aquellos animales, cuya sangre es introducida por el sumo sacerdote en el lugar santísimo como sacrificio por el pecado, son quemados fuera del campamento.
Por lo tanto, también Jesús padeció fuera de la puerta de la ciudad para santificar al pueblo por medio de su propia sangre.
Salgamos pues a él, fuera del campamento, llevando su afrenta.
Porque aquí no tenemos una ciudad permanente sino que buscamos la que ha de venir.
Así que, por medio de él, ofrezcamos siempre a Dios sacrificio de alabanza; es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.
No se olviden de hacer el bien y de compartir lo que tienen porque tales sacrificios agradan a Dios.
Obedezcan a sus dirigentes y sométanse a ellos porque ellos velan por la vida de ustedes como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría y sin quejarse pues esto no les sería provechoso.
Oren por nosotros, pues confiamos que tenemos buena conciencia y deseamos conducirnos bien en todo.
Con mayor insistencia imploro que lo hagan para que yo les sea restituido pronto.
Y el Dios de paz, que por la sangre del pacto eterno levantó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, el gran Pastor de las ovejas,
los haga aptos en todo lo bueno para hacer su voluntad, haciendo él en nosotros lo que es agradable delante de él por medio de Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Les ruego, hermanos, que reciban bien esta palabra de exhortación porque les he escrito brevemente.
Sepan que nuestro hermano Timoteo ha sido puesto en libertad. Si él viene pronto, yo iré a verlos con él.
Saluden a todos sus dirigentes y a todos los santos. Les saludan los de Italia.
La gracia sea con todos ustedes.