Explicación, estudio y comentario bíblico de Hebreos 13:7-16 verso por verso
Acuérdense de sus dirigentes que les hablaron la palabra de Dios. Considerando el éxito de su manera de vivir, imiten su fe.
¡Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos!
No sean desviados por diversas y extrañas doctrinas; porque bueno es que el corazón haya sido afirmado en la gracia; no en comidas que nunca aprovecharon a los que se dedican a ellas.
Tenemos un altar del cual los que sirven en el tabernáculo no tienen derecho a comer.
Porque los cuerpos de aquellos animales, cuya sangre es introducida por el sumo sacerdote en el lugar santísimo como sacrificio por el pecado, son quemados fuera del campamento.
Por lo tanto, también Jesús padeció fuera de la puerta de la ciudad para santificar al pueblo por medio de su propia sangre.
Salgamos pues a él, fuera del campamento, llevando su afrenta.
Porque aquí no tenemos una ciudad permanente sino que buscamos la que ha de venir.
Así que, por medio de él, ofrezcamos siempre a Dios sacrificio de alabanza; es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.
No se olviden de hacer el bien y de compartir lo que tienen porque tales sacrificios agradan a Dios.