Explicación, estudio y comentario bíblico de Hebreos 2:9-58 verso por verso
Sin embargo, vemos a Jesús, quien por poco tiempo fue hecho menor que los ángeles, coronado de gloria y honra por el padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.
Porque le convenía a Dios — por causa de quien y por medio de quien todas las cosas existen — perfeccionar al Autor de la salvación de ellos, por medio de los padecimientos, para conducir a muchos hijos a la gloria.
Pues tanto el que santifica como los que son santificados, todos provienen de uno. Por esta razón, él no se avergüenza de llamarlos hermanos
diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre; en medio de la congregación te alabaré.
Y otra vez: Yo pondré mi confianza en él. Y otra vez: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.
Por tanto, puesto que los hijos han participado de carne y sangre, de igual manera él participó también de lo mismo para destruir por medio de la muerte al que tenía el dominio sobre la muerte (este es el diablo),
y para librar a los que por el temor de la muerte estaban toda la vida condenados a esclavitud.
Porque ciertamente él no tomó para sí a los ángeles sino a la descendencia de Abraham.
Por tanto, era preciso que en todo fuese hecho semejante a sus hermanos a fin de ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en el servicio delante de Dios, para expiar los pecados del pueblo.
Porque en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.