Explicación, estudio y comentario bíblico de Hechos 1:8-21 verso por verso
Pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo haya venido sobre ustedes, y me serán testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.
Después de decir esto, y mientras ellos le veían, él fue elevado; y una nube le recibió ocultándole de sus ojos.
Y como ellos estaban fijando la vista en el cielo mientras él se iba, he aquí dos varones vestidos de blanco se presentaron junto a ellos,
y les dijeron: — Hombres galileos, ¿por qué se quedan de pie mirando al cielo? Este Jesús, quien fue tomado de ustedes arriba al cielo, vendrá de la misma manera como le han visto ir al cielo.
Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama de los Olivos, el cual está cerca de Jerusalén, camino como de un kilómetro.
Y cuando entraron, subieron al aposento alto donde se alojaban Pedro, Juan, Jacobo y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo hijo de Alfeo y Simón el Zelote, y Judas hijo de Jacobo.
Todos estos perseveraban unánimes en oración junto con las mujeres y con María la madre de Jesús y con los hermanos de él.
En aquellos días se levantó Pedro en medio de los hermanos, que reunidos eran como ciento veinte personas, y dijo:
“Hermanos, era necesario que se cumplieran las Escrituras, en las cuales el Espíritu Santo habló de antemano por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús;
porque era contado con nosotros y tuvo parte en este ministerio”.
(Este, pues, adquirió un campo con el pago de su iniquidad, y cayendo de cabeza, se reventó por en medio, y todas sus entrañas se derramaron.
Y esto llegó a ser conocido por todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo fue llamado en su lengua Acéldama, que quiere decir Campo de Sangre).
“Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su morada, y no haya quien habite en ella. Y otro ocupe su cargo.
Por tanto, de estos hombres que han estado junto con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros,