Explicación, estudio y comentario bíblico de Hechos 11:1-17 verso por verso
Los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea oyeron que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios.
Y cuando Pedro subió a Jerusalén, contendían contra él los que eran de la circuncisión,
diciendo: — ¡Entraste en casa de hombres incircuncisos y comiste con ellos!
Entonces Pedro comenzó a contarles en orden, diciendo:
— Yo estaba orando en la ciudad de Jope, y vi en éxtasis una visión: un objeto que descendía como un gran lienzo, bajado del cielo por sus cuatro extremos, y llegó a donde yo estaba.
Cuando fijé la vista en él, observé y vi cuadrúpedos de la tierra, fieras y reptiles, y aves del cielo.
Luego oí también una voz que me decía: “Levántate, Pedro; mata y come”.
Pero yo dije: “¡De ninguna manera, Señor! Porque jamás ha entrado en mi boca ninguna cosa común o inmunda”.
Entonces respondió la voz del cielo por segunda vez: “Lo que Dios ha purificado no lo tengas tú por común”.
Esto ocurrió tres veces, y todo volvió a ser retirado al cielo.
Y he aquí llegaron en seguida tres hombres a la casa donde estábamos, enviados a mí desde Cesarea;
y el Espíritu me dijo que fuera con ellos sin dudar. Fueron también conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa del hombre.
Él nos contó cómo había visto en su casa un ángel que se puso de pie y le dijo: “Envía a Jope y haz venir a Simón, que tiene por sobrenombre Pedro.
Él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa”.
Cuando comencé a hablar, el Espíritu Santo cayó sobre ellos también, como sobre nosotros al principio.
Entonces me acordé del dicho del Señor, cuando decía: “Juan ciertamente bautizó en agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo”.
Así que, si Dios les dio el mismo don también a ellos, como a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poder resistir a Dios?