Explicación, estudio y comentario bíblico de Hechos 12:6-16 verso por verso
Cuando Herodes iba a sacarlo, aquella misma noche Pedro estaba durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas, y los guardias delante de la puerta vigilaban la cárcel.
Y he aquí se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la celda. Despertó a Pedro dándole un golpe en el costado y le dijo: — ¡Levántate pronto! Y las cadenas se le cayeron de las manos.
Entonces le dijo el ángel: — Cíñete y ata tus sandalias. Y así lo hizo. Luego le dijo: — Envuélvete en tu manto y sígueme.
Y habiendo salido, le seguía y no comprendía que lo que hacía el ángel era realidad. Más bien, le parecía que veía una visión.
Cuando habían pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma. Cuando habían salido, avanzaron por una calle, y de repente el ángel se apartó de él.
Entonces Pedro, al volver en sí, dijo: “Ahora entiendo realmente que el Señor ha enviado su ángel y me ha librado de la mano de Herodes y de toda la expectación del pueblo judío”.
Cuando se dio cuenta de esto, fue a la casa de María, la madre de Juan que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban congregados y orando.
Cuando Pedro tocó a la puerta de la entrada, una muchacha llamada Rode salió para responder.
Cuando ella reconoció la voz de Pedro, de puro gozo no abrió la puerta, sino que corrió adentro y anunció que Pedro estaba ante la puerta.
Ellos le dijeron: — ¡Estás loca! Pero ella insistía en que así era. Entonces ellos decían: — ¡Es su ángel!
Mientras tanto, Pedro persistía en tocar; y cuando abrieron, le vieron y se asombraron.