Explicación, estudio y comentario bíblico de Hechos 12:8-10 verso por verso
Entonces le dijo el ángel: — Cíñete y ata tus sandalias. Y así lo hizo. Luego le dijo: — Envuélvete en tu manto y sígueme.
Y habiendo salido, le seguía y no comprendía que lo que hacía el ángel era realidad. Más bien, le parecía que veía una visión.
Cuando habían pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma. Cuando habían salido, avanzaron por una calle, y de repente el ángel se apartó de él.