Explicación, estudio y comentario bíblico de Hechos 13:23-39 verso por verso
De la descendencia de David, conforme a la promesa, Dios trajo para Israel un Salvador, Jesús.
Antes de presenciar su venida, Juan predicó el bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel.
Entonces, cuando Juan terminaba su carrera, decía: “¿Quién pensaban que yo soy? Yo no lo soy. Más bien, he aquí viene tras mí uno de quien yo no soy digno de desatar el calzado de sus pies”.
»Hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre ustedes temen a Dios: A nosotros nos ha sido enviado el mensaje de esta salvación.
Porque los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes, por no reconocer a Jesús ni hacer caso a las palabras de los profetas que se leen todos los sábados, las cumplieron al condenarlo.
Sin hallar en él ninguna causa digna de muerte, pidieron a Pilato que lo matara.
Y como habían cumplido todas las cosas escritas acerca de él, lo bajaron del madero y lo pusieron en el sepulcro.
Pero Dios le levantó de entre los muertos.
Y él apareció por muchos días a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén, los cuales ahora son sus testigos ante el pueblo.
»Nosotros también les anunciamos las buenas nuevas de que la promesa que fue hecha a los padres,
esta la ha cumplido Dios para nosotros sus hijos, cuando resucitó a Jesús; como también está escrito en el Salmo segundo: Mi hijo eres tú; yo te he engendrado hoy.
»Y acerca de que le levantó de los muertos para no volver más a la corrupción, ha dicho así: Les daré las santas y fieles bendiciones prometidas a David.
Por eso dice también en otro lugar: No permitirás que tu Santo vea corrupción.
Porque, después de haber servido en su propia generación a la voluntad de Dios, David murió, fue reunido con sus padres y vio corrupción.
En cambio, aquel a quien Dios levantó no vio corrupción.
»Por lo tanto, hermanos, sea conocido de ustedes que por medio de él se les anuncia el perdón de pecados.
Y de todo lo que por la ley de Moisés no pudieron ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree.