Explicación, estudio y comentario bíblico de Hechos 16:19-29 verso por verso
Pero cuando sus amos vieron que se les había esfumado su esperanza de ganancia, prendieron a Pablo y a Silas y los arrastraron a la plaza, ante las autoridades.
Al presentarlos ante los magistrados, dijeron: — ¡Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad!
¡Predican costumbres que no nos es lícito recibir ni practicar, pues somos romanos!
Entonces el pueblo se levantó a una contra ellos. Y los magistrados les despojaron de sus ropas con violencia y mandaron azotarles con varas.
Después de golpearles con muchos azotes, los echaron en la cárcel y ordenaron al carcelero que los guardara con mucha seguridad.
Cuando este recibió semejante orden, los metió en el calabozo de más adentro y sujetó sus pies en el cepo.
Como a la medianoche, Pablo y Silas estaban orando y cantando himnos a Dios, y los presos les escuchaban.
Entonces, de repente sobrevino un fuerte terremoto, de manera que los cimientos de la cárcel fueron sacudidos. Al instante, todas las puertas se abrieron y las cadenas de todos se soltaron.
Cuando el carcelero despertó y vio abiertas las puertas de la cárcel, sacó su espada y estaba a punto de matarse, porque pensaba que los presos se habían escapado.
Pero Pablo gritó a gran voz, diciendo: — ¡No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí!
Entonces él pidió luz y se lanzó adentro, y se postró temblando ante Pablo y Silas.