Explicación, estudio y comentario bíblico de Hechos 18:9-44 verso por verso
Entonces el Señor dijo a Pablo de noche, por medio de una visión: “No temas, sino habla y no calles;
porque yo estoy contigo, y nadie pondrá la mano sobre ti para hacerte mal; porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad”.
Pablo se quedó allí por un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios.
Siendo Galión procónsul de Acaya, los judíos de común acuerdo se levantaron contra Pablo y le llevaron al tribunal,
diciendo: — ¡Este persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley!
Cuando Pablo iba a abrir su boca, Galión dijo a los judíos: — Si se tratara de algún agravio o de un crimen enorme, oh judíos, conforme al derecho yo les toleraría.
Pero ya que se trata de cuestiones de palabras, de nombres y de su ley, véanlo ustedes mismos. Yo no quiero ser juez de estas cosas.
Y los expulsó del tribunal.
Entonces todos tomaron a Sóstenes, el principal de la sinagoga, y le golpeaban delante del tribunal, y a Galión ninguna de estas cosas le importaba.
Pero Pablo, habiéndose detenido allí muchos días más, se despidió de los hermanos, e iba navegando hacia Siria; y con él iban Priscila y Aquilas. En Cencrea se rapó la cabeza, porque había hecho un voto.
Llegaron a Éfeso, y él los dejó allí. Y entró en la sinagoga y discutía con los judíos.
Pero a pesar de que ellos le pedían que se quedara por más tiempo, no accedió,
sino que se despidió y dijo: “Otra vez volveré a ustedes, si Dios quiere”. Y zarpó de Éfeso.
Habiendo arribado a Cesarea, y después de subir y saludar a la iglesia, descendió a Antioquía.
Y después de haber estado allí algún tiempo, salió a recorrer en orden la región de Galacia y Frigia, fortaleciendo a todos los discípulos.
Llegó entonces a Éfeso cierto judío llamado Apolos, natural de Alejandría, hombre elocuente y poderoso en las Escrituras.
Este había sido instruido en el Camino del Señor; y siendo ferviente de espíritu, hablaba y enseñaba con exactitud las cosas acerca de Jesús, aunque conocía solamente el bautismo de Juan.
Comenzó a predicar con valentía en la sinagoga, y cuando Priscila y Aquilas le oyeron, le tomaron aparte y le expusieron con mayor exactitud el Camino de Dios.
Como él quería viajar a Acaya, los hermanos le animaron y escribieron a los discípulos que le recibieran. Cuando llegó allá, fue de gran provecho a los que mediante la gracia habían creído;
pues refutaba vigorosamente a los judíos en público, demostrando por medio de las Escrituras que Jesús era el Cristo.