Explicación, estudio y comentario bíblico de Hechos 19:28-41 verso por verso
Al oír estas palabras se llenaron de ira y gritaron diciendo: — ¡Grande es Artemisa de los efesios!
Y la ciudad se llenó de confusión. Se lanzaron unánimes al teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco, macedonios y compañeros de Pablo.
Aunque Pablo quería salir a la multitud, los discípulos no se lo permitieron.
También algunas de las autoridades de Asia, que eran sus amigos, enviaron a él y le rogaron que no se presentara en el teatro.
Unos gritaban una cosa, y otros otra cosa; porque la concurrencia estaba confusa, y la mayor parte ni sabía por qué se había reunido.
Entonces algunos de entre la multitud dieron instrucciones a Alejandro, a quien los judíos habían empujado hacia adelante. Y Alejandro, pidiendo silencio con la mano, quería hacer una defensa ante el pueblo.
Pero reconociendo que era judío, todos volvieron a gritar a una sola voz, por casi dos horas: — ¡Grande es Artemisa de los efesios!
Por fin, cuando el magistrado había apaciguado la multitud, dijo: — Hombres de Éfeso, ¿qué hombre hay que no sepa que la ciudad de Éfeso es guardiana del templo de la majestuosa Artemisa y de su imagen caída del cielo?.
Ya que esto no puede ser contradicho, conviene que se apacigüen y que no hagan nada precipitado.
Pues han traído a estos hombres que ni han cometido sacrilegio ni han blasfemado a nuestra diosa.
Por tanto, si Demetrio y los artesanos que están con él tienen pleito contra alguien, se conceden audiencias y hay procónsules. ¡Que se acusen los unos a los otros!
Y si buscan alguna otra cosa, será deliberado en legítima asamblea.
Pero hay peligro de que seamos acusados de sedición por esto de hoy, sin que tengamos ninguna causa por la cual podamos dar razón de este tumulto.
Y habiendo dicho esto, disolvió la concurrencia.