Explicación, estudio y comentario bíblico de Hechos 21:30-40 verso por verso
Así que toda la ciudad se agitó, y se hizo un tumulto del pueblo. Se apoderaron de Pablo y le arrastraron fuera del templo, y de inmediato las puertas fueron cerradas.
Mientras ellos procuraban matarle, llegó aviso al tribuno de la compañía que toda Jerusalén estaba alborotada.
De inmediato, este tomó soldados y centuriones, y bajó corriendo a ellos. Y cuando vieron al tribuno y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo.
Entonces llegó el tribuno y le apresó, y mandó que le ataran con dos cadenas. Preguntó quién era y qué había hecho;
pero entre la multitud, unos gritaban una cosa y otros, otra. Como él no podía entender nada de cierto a causa del alboroto, mandó llevarlo a la fortaleza.
Y sucedió que cuando llegó a las gradas, Pablo tuvo que ser llevado en peso por los soldados a causa de la violencia de la multitud;
porque la muchedumbre del pueblo venía detrás gritando: “¡Mátalo!”.
Cuando ya iba a ser metido en la fortaleza, Pablo dijo al tribuno: — ¿Se me permite decirte algo? Y él dijo: — ¿Sabes griego?
Entonces, ¿no eres tú aquel egipcio que provocó una sedición antes de estos días, y sacó al desierto a cuatro mil hombres de los asesinos?
Entonces dijo Pablo: — A la verdad, yo soy judío, ciudadano de Tarso de Cilicia, una ciudad no insignificante. Y te ruego, permíteme hablar al pueblo.
Como él se lo permitió, Pablo, de pie en las gradas, hizo señal con la mano al pueblo. Hecho un profundo silencio, comenzó a hablar en hebreo diciendo: