Explicación, estudio y comentario bíblico de Hechos 22:11-21 verso por verso
»Como no podía ver a causa del resplandor de aquella luz, fui guiado de la mano por los que estaban conmigo, y entré en Damasco.
Entonces un tal Ananías, hombre piadoso conforme a la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que moraban allí,
vino a mí y puesto de pie me dijo: “Hermano Saulo, recibe la vista”. Y yo le vi en aquel instante.
Y él me dijo: “El Dios de nuestros padres te ha designado de antemano para que conozcas su voluntad y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.
Porque serás su testigo ante todos los hombres de lo que has visto y oído.
Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre”.
»Entonces, cuando volví a Jerusalén, mientras oraba en el templo, sucedió que caí en éxtasis
y vi al Señor que me decía: “Date prisa y sal de inmediato de Jerusalén, porque no recibirán tu testimonio acerca de mí”.
Y yo dije: “Señor, ellos saben bien que yo andaba encarcelando y azotando a los que creían en ti en todas las sinagogas;
y cuando se derramaba la sangre de tu testigo Esteban, yo también estaba presente, aprobaba su muerte y guardaba la ropa de los que le mataban”.
Pero él me dijo: “Anda, porque yo te enviaré lejos, a los gentiles”.