Explicación, estudio y comentario bíblico de Hechos 26:20-44 verso por verso
Más bien, primeramente a los que estaban en Damasco, y en Jerusalén y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, les he proclamado que se arrepientan y se conviertan a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.
»A causa de esto, los judíos me prendieron en el templo e intentaron matarme.
Pero habiendo obtenido auxilio de Dios, me he mantenido firme hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes, sin decir nada ajeno a las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder:
que el Cristo había de padecer, y que por ser el primero de la resurrección de los muertos, había de anunciar luz al pueblo y a los gentiles.
Mientras él decía estas cosas en su defensa, Festo le dijo a gran voz: — ¡Estás loco, Pablo! ¡Las muchas letras te vuelven loco!
Pero Pablo dijo: — No estoy loco, oh excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura.
Pues el rey, delante de quien también hablo confiadamente, entiende de estas cosas. Porque estoy convencido de que nada de esto le es oculto, pues esto no ha ocurrido en algún rincón.
¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? ¡Yo sé que crees!
Entonces Agripa dijo a Pablo: — ¡Por poco me persuades a ser cristiano!
Y Pablo dijo: — ¡Quisiera Dios que, por poco o por mucho, no solamente tú sino también todos los que hoy me escuchan fueran hechos como yo, salvo estas cadenas!
Entonces se levantaron el rey, el procurador, Berenice y los que se habían sentado con ellos.
Y después de retirarse aparte, hablaban los unos con los otros diciendo: — Este hombre no hace ninguna cosa digna de muerte ni de prisión.
Y Agripa dijo a Festo: — Este hombre podría ser puesto en libertad, si no hubiera apelado al César.